lunes, octubre 25, 2010

En la placita


El viernes pasado, tuvimos celebración en la oficina, por el cumple de S. El día anterior a la hora de la comida Mar y yo fuimos a buscar su pastel de cumpleaños, nos acompañó el arqui, nos ayudo a decidir cual llevar ya que había varios pasteles que se nos antojaban. Cuando llegamos a la oficina, S ya había llegado, se me ocurrió entonces guardarlo mientras con nuestros vecinos, en la oficina de enfrente, ellos accedieron sin problema, porque somos buenos vecinos, en otras ocasiones nos han auxiliado también, como la vez que los papeles oficiales se debían firmar con pluma azul y nadie en la oficina teníamos; cuando necesitamos el pegamento ultra rápido nos prestaron también; así mismo cuando necesitaban llenar formatos a maquina S se los hacía o mandar fax. Cuando S se quitó de su lugar, fuimos por el pastel y las demás cosas para meterlas en la cocinita. En verdad fue sorpresa cuando a la siguiente mañana abrió el refri y lo vió.
Hice una tira de globos, se la pegue cerca de su escritorio, le gusto la idea. Lo que más le gusto fue el libro de Louise Hay que le regalé, me sentí también contenta porque muchas veces nos hace falta una pista para saber por dónde buscar. El viernes partimos el pastel, pretendía llevarles una rebanada a mis vecinos pero se acabo completamente, porque también le dimos a la chica de la constructora de abajo, al que nos trajo los accesorios de baño y al técnico de las computadoras.
Antes de irnos fui a darles las gracias a mi vecino, en lugar de pastel, les dí unas de mis paletas de caramelo favoritas. Me quedé ahí un rato platicando y platicando, también me enseño los proyectos que tienen, por fin entré con acceso total a esa oficina, yo no me quería ir pero S y Mar ya me esperaban.
Les conté que la nueva placita me había encantado, que tenían que conocerla, así que saliendo nos fuimos para allá, esta a unos minutos de nuestra oficina. Bajamos a la terraza, encontramos una sala vacía, nos sentamos ahí, nos llevaron muestras de una bebida muy rara pero que me gusta, es como un smootie de mango con bolitas de gelatina de otro sabor. Estuvimos platicando mucho, a lado nuestro estaba una de las fogatas que existen, en el otro extremo había otra encendida, lo cual evitaba que sintiéramos el viento frío.Caminamos un rato por ahí, encontramos una sucursal de una tienda de regalos que suelo frecuentar, aunque sea para mirar. En la noche nos fuimos a cenar, también muy cerca de ahí, tenemos todo ya a la mano, pero lo mejor es esa placita, tiene pequeños detalles que me gustan, como la luces en los escalones, los leds incrustados en el piso, las fogatas, el espejo de agua, el elevador panorámico, la forma de herradura de toda la planta, la terraza. Me la pase de maravilla en este maravilloso o-toño.

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