Alguna relación habrá entre estos dos aspectos culturales. Ahora que fue el día internacional de violencia contra las mujeres y estar enterada de que este país encabeza las listas con altos índices de ésta, tal vez nadie lo imaginaría así si escuchara el sin fin de melodías dedicadas e inspiradas por maravillosas musas, cantadas por hombres, que abundan en la música de las masas ( y otras no tanto), algunas con declaraciones de profundo amor, otras de que mueren de amor por ellas... y entonces si las aman tanto, las añoran tanto, las extrañan tanto, las idolatran tanto y darían todo por ellas, y lo más increíble es que las cantan a grito pelado, las dedican, las escriben y las interpretan con orgullo, pero ahí quedá todo, en las notas musicales, porque entonces la magia de las mismas se desvanece cuando tiene a su musa frente a frente, el respeto se va y la violencia comienza, para ser un número más en las estadísticas de este mal que ahora afecta al género femenino. Pensé en esto cuando una de mis compañeras de trabajo tuvo que soportar los intentos de canto del chofer en turno que le tocó en el tranporte que tomó de regreso a su casa, ella sentada a lado de él, mientras el resto de la tripulación también fue testigo de este concierto, me dijo que eran canciones de amor y desamor que sin pena alguna el hombre en cuestión cantaba en su totalidad o en algunas aunque sea el coro. Esperemos que su musa no esté dentro de aquellos números rojos que preocupan y aumentan cada vez. Para mi no concuerda el hecho que los hombres canten casi como himnos canciones de amor hacia ellas pero al mismo tiempo las musas sean víctimas de violencia, al menos en lo que veo y me rodea, así lo persivo.
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