miércoles, marzo 14, 2012

Mi felicidad



Ayer fue un día muy largo y con mucho trabajo, uno de esos que pensé que no terminarían. 
Como había escrito, cuando llegué estaba el de sistemas y no pudimos hacer mucho hasta que dejo bien conectadas las máquinas, en esas habló mi jefe para preguntar cómo iba el avance, le dije que no era mucho porque estaba el de sistemas, obviamente se exsaltó y empezó a decirme que tenía que estar termiando para hoy, que no importaba si nos teníamos que quedar hasta tarde. Yo la verdad me molesté porque me estaba diciendo que le importaba poco si yo tenía algo que hacer saliendo del trabajo, está acostumbrado a que yo me quede hasta las nueve de la noche, y por eso he dejado de hacer tantas cosas, tenía ganas de llorar. 
Lo bueno fue que tuve una visita inesperada: mi amable vecino vino a despedirse de mí, cuando lo ví se me iluminó el día, me alegró muchísimo verlo, tan lindo como siempre. Su presencia siempre trae tranquilidad a mi entorno. Ya se había ido y se fue de vacaciones pero todavía tenía que venir a recoger sus cosas de la oficina y de paso a despedirse de mí :D
Pasó un momento a platicar, nos quedamos en la recepción, me habría encantado irme a comer con él, tal vez a eso venía, pero justo cuando llegó él, venía llegando la señora que nos trae la comida.  Como ahora él va a estar trabajando a un paso de mi casa, un día que ande por allá quedamos en ir a comer. Me contó que se había ido de vacaciones, a Playa del Carmen, él adora ese lugar, su máximo sería vivir ahí y dedicarse al buceo, entonces cada vez que puede va. Me contó que se encontró a una amiga de la secundaria que ahora estaba trabajando en los cruceros. Y que se dos compañeros de él de la universidad serán ahora sus nuevos compañeros de trabajo en la nueva empresa. 
Le dije que bueno que había podido ya cambiarse, porque a él no le gustaba ya estar ahí dónde estaba, de alguna manera me recordó a mi, no es que no me gusté, pero estoy en desacuerdo con ciertas cuestiones que ya poco tolero y a veces tengo así nada más ganas de no venir. Después de trabajar siete años con el mismo jefe, no le dió absolutamente nada, pero me dijo que el se fue tranquilo y que a todo mundo le llega su hora en el momento oportuno, estoy de acuerdo con él. Me trajo un chinito, de esos colgijes que cuando iba en la secundaria me fascinaba y traía de todos los colores. Escogí el de la felicidad, cuyo color era naranja. Ahora lo traigo puesto y será un buen recordatorio de que existe la felicidad y tengo derecho a ella, me recordará la esperanza. 

0 comentarios: