lunes, agosto 01, 2011

De esa semana



El día que fui con mi jefe a ver a esos clientes, a Cuernavaca, resulta que a la entrada, mientras él se estaba registrando, yo lo esperaba a un lado, me encontré con un compañero de la universidad. Apenas cruce un par de palabras con él, en las cuales no me dijo absolutamente nada, sus comentarios tampoco fueron amables, tal vez se quiso hacer el gracioso pero a mi no me lo pareció. Venía acompañado de una señora que quién sabe que sería de él, todo menos su mamá porque en nada se parecían. Pienso que con el paso del tiempo sus traumas se acrecentaron, porque la visión de la vida no es la misma de cuando estaba en la universidad a la de ahora, se descubren tantas cosas. 
La semana siguió su curso, mi jefe se comprometió a tener una propuesta para el miércoles inmediato, así que estuve trabajando a marchas forzadas, es decir, el martes me quedé hasta las diez de la noche en la oficina terminando, sin tiempo ni de ir al baño, ni de respirar, ni nada. No resentí el cansancio hasta días después. Ya no es como hace cuatro años, ahora en verdad resiento todo ese esfuerzo y el desgaste físico y mental. 
El viernes pensamos en repetir la ida a comer en la Taberna, primero llegó S, luego yo, después Mar. El arqui se retraso en la oficina, ya estábamos las tres muy sentadas, pero nada que venía el mesero a ponernos el servicio, esperaba al menos la canasta de los panecitos para mitagar el hambre pero nada. Hasta que por fin se sale el chef de la cocina, se nos acerca y pide disculpas porque ya no alcanzamos comida! El lugar estaba lleno, tampoco es que sea muy grande pero al menos estaban la mayoría de los vecinosqeu solemos encontrarnos en los pocos lugares que existen para comer ahí. No sé por qué pero me dió una pena levantarme de la mesa y más cuando todos nos miraron, sólo por eso no me quedaron ganas de regresar ahí, con todo y que su comida está buena. Lo que me extrañó fue que la primera vez que fuimos, tampoco alcanzamos pero nos improvisaron un menú "ejecutivo" pero ahora nada de nada. Tal vez como no les hemos dejado la propina que esperaban, que hasta la actitud del mesero las siguientes se pudo notar, pero no iba a querer una propina como si hubieramos pedido uno de los platos de la carta, que son carísimos, puro venado y cosas así medio rar

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