domingo, septiembre 26, 2010

En el zoo


Domingo. Me llevé al zoo a mi linda greicy porque en la semana andaba por aquí y la invité, para llevarla a pasear, desde que andaba yendo a mi curso de los domingos y pasaba por ahí, tenía ganas de ir, pero salía demasiado tarde, tendría que ser muy temprano. Ahora tenía el tiempo,  temprano en la mañana me llamó ella para ver si la iba a llevar, le dije que sí, me arreglé como rayo, pasaron por mi y nos dejaron en la estación de metro más cercana. Para mi es el transporte más fácil y práctico en fines de semana y para visitar esos lugares. A mi de pequeña me encantaba andar en metro, de sólo acordarme me da risa, recuerdo que cuando teníamos vacaciones mi hermana y yo le pedíamos a mi abuelito nos llevara a pasear en metro, entonces el tan lindo, nos ibamos y nos recorriarmos casi una linea completa, de ida y regreso, nosotras facinadas, tendría yo como 8 años. Claro que hay otros que se enteran más grandes de lo que es subirse a un metro, como me conto E, un señor que trabaja de chofer y que llevo hace no mucho a los hijos de su jefe que rondan los 24 años a conocer el metro de la ciudad porque en su vida se habían trepado, bueno al menos lo quisieron conocer. Así como ellos debe de haber muchas más personas que nunca en su vida de han subido.
No fue lo máximo pero, Greicy no se quejo para nada, al contrario iba muy pendiente de las estaciones. Cuando ella era más pequeñita, mi mamá y su mamá la llevaron, pero obviamente ella no tenía consciencia aún para recordarlo, por eso mientras caminabamos hacia el zoo me preguntaba qué como eran. Antes de entrar le compré una gorra, olvidé decirle a su mamá que le pusiera una en su mochila, como mi piel es super delicada y con cualquier rayito de sol se quema y no encontré el bloqueador para ponerle, mejor que le tapara del sol, no le guston mucho la idea, yo misma considero que son algo estorbosas pero lo prefiero a regresar con la cara roja y con más arrugas. Sé que es algo grande para poderlo recorrero todo absolutamente, así que junto a un mapa del sitio, decidimos lo que veríamos, emprendimos el camino. Para mi la mejor parte es casi la del final así que por ahí empezamos, para ver al gorila, al tigre de bengala, los osos, y los pandas. Luego me dijo que ya tenía hambre, nos fuimos a la zona de comida, cominos unas hamburguesas de la marca conocida, pese a las abejas que nos rondaban.
De ahí seguimos con la otra sección con los juagares, panteras, el chimpance, monos arañas y el de las aves, no tengo problemas mirandolas a través de un cristal o maya. Sin embargo ella no quiso entrar al de las serpientes y arañas, que todo el tiempo me preguntaba si me daban miedo y le respondí todas las veces que no, al final se estaba animando a entrar pero en realidad estamos ya cansadas, así que el mariposuario también tuvo que esperar.
Saliendo quiso comprar unas cositas, no para ella sino para regalar, un osito panda de peluche y una pelota de plástico, que tiene luces de colores dentro. Al final siempre sí quiso subierse a las lanchas en el lago de Chapultepec. Nunca me había subido yo, así que o estaba encantada, ahora tienen unas lanchas que son de pedales, para mi mejor que las de remos, obviamente yo era la única que pedaleó pero fue muy divertido. Por seguridad nos hacen poner un chaleco salvavidas, no muy cómodo pero lo prefiero. Creo que no hizo mejor clima que ese día, porque estaba medio nublado, lo cual aminoró el calor y el sol, algo completamente tolerable. Estamos las dos en nuestra lanchita, le encantaba que nos chocaran las otras lanchas, como si estuvieramos en los autos chocones.
Regresamos cansadísimas a la casas, pero ya nos esperaba una rica comida en familia. Después me quedé dormida como unos 20 minutos en la sala, después de la desmadrugada, la caminada, el pedaleo, la buena comida y el sillón mullido, fue inevitable. Pero cuando recobré las fuerzas, Grecie quiso que pusiera las fotos en la tele para que todos las vieramos de lo que habíamos hecho este día. De paso las del viaje de mi mamá a Chiapas y la de la fiesta de 75 años de mi tía.
Pensé que con la pestaña de 20 minutos que me tomé no dormiría en la noche pero no fue así, estaba tan cansada que dormí profundamente y me desperté muy tranquila, pude sentir el silencio de la mañana y poder meditar unos momentos en completa tranquilidad.
Pasé un domingo sensasional en el que Greicy me contragio de su alegría, su sonrisa me hace acordarme de cuando yo tenía su edad, y todo era absolutamente felicidad.
Confieso que el zoo no me causo la misma emoción que antes, porque no me gustó ver ahí a los animales fuera de su habitad natural, me vino una sensación encontrada porque por un lado sabía eso pero por otro estaba asombrada de poder ver al gorila o al chimpancé, tan cerca, en vivo, ya que los primates son mis favoritos, y quiero pensar que está fué su mejor opción.

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