viernes, agosto 27, 2010

Pitufa gruñona al volante


Ayer tenía mucho sueño, pues había "madrugado" para llegar temprano a la obra, porque tenía que tomar unas medidas además de, lo más importante, vendría mi jefe, para hablar con la clienta. Quedamos de vernos a las 10 am todos. La hora en que salí de mi casa era una de las más congestionadas, pero iba con tiempo, eso pensé, pero el tan solo de mi casa al perí hice media hora, lo que hago en 5 minutos en otro momento. Muy a mi pesar tuve que cortar por el camino gris, que no sólo es lo gris del panorama lo que no me gusta o el antidiseño en las contrucciones, sino que por esos rumbos, los choferes del transporte público son los dueños de las calles. Lugares en los que he dicho que la propia gente es quién toma el control de flujo de los autos, porque no existen agentes de tránsito dipuestos a hacer su trabajo, no que va, si ellos sólo sirven para tener la vista de alcón puesta en las calcomanias de los autos para ver si uno trae la verificación al día o no, en caso de ser negativo, denterlo a un para sacarle una buena parte del dinero que con tanto trabajo se ganó y sí non lo tiene llevarse su auto al corralón.


No es por defener a los que no cumple con su verificación, mi observación es que sólo se fijan los agentes en eso, lejos, muy lejos de ocuparse de mejorar la vialidad en los puntos conflictivos. Si legislan es para sacer reglas como ahora con la nueva idea que tuvieron para infraccionar el y anexas, al menos nos avisó que "sólo los de chaleco fosforesente " podrán infraccionar a quién detenga su automovil sobre las líneas peatonales en las esquinas de ciertos cruces imporantes, o sea si en medio del tráfico le tocó la suerte de quedar a michas de las líneas, ya se amoló, los chalecos fosforesentes corren hacía usted como buitres. Todo esto lo ví en acción en la tele. Si a alguno no le quedó claro el mensaje los chalecos dicen " autorizado para infraccionar" jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. Que bueno que yo ni ando por allá.


Total que con trabajos y llegué a las 9.45 am porque libré el tráfico pero no contaba con la manifestación de algo que genero mucho más faltandome como unos 10 minutos antes de llegar a mi detino. Como no conozco la zona no ubicaba en dónde estaba uno de los pasadizos, así que tuve que quedar dónde venía. Después de eso, hoy que volví a pasar ya me puse lista y ubique bien el pasadizo por si acaso.


El otro día venía yo dejando atrás al mar de autos del peri, cuando me desvíe para subir hacia la loma, pero me tocó en el camino un camión de muebles, que en su desquite diario para sacar su fustración, sentirse el dueño del mundo por unos minutos o yo que sé (es típico encontrarse a alguien así), mientras uno va a un lado de ellos, van a la misma velocidad, si uno le pone su direccional para avisar que se quiere cambiar de carril, insinuando que lo deje pasar o bien, que le meta velocidad para pasarse detrás de su auto, pues no, ni uno ni lo otro, nomás no lo dejan, ni atrás, ni adelante, entonces, uno acelera porque no hay más autos alrededor, entonces el del camión de muebles le acelerá también, como si yo estuviera entrando en su juego ridículo, sólo quería cambiarme de carril pero el no me dejo! Normalmente soy toda amabilidad, cordialidad y tolerancia no sólo al volante, sino en mi vida general, pero ayer me transforme, jajaja serían entonces los efectos lunares, o llegué al tope de mi paciencia. Venía en el carril izquierdo, adecuado para rebasar al de mi derecha, así que ni modo, me le metí al viva méxico, si tal cual, no me importo.


Entonces lo que sucedio fue que el tipo se sintió realmente ofendido, pobre! lo que siguió a continuación fue la mera confirmación de lo frustrado que está, de su necesidad de atención y demás traumas del hombre, porque los siguientes 500 metros que continue por la avenida, equivalentes como a dos canciones de la radio, aunque el pudiera avanzar, lo tuve todo el tiempo a lado mío, diciendome de cosas, a pesar de que traía yo el vidro abajo, no escuche nada, sólo murmullos a lo lejos, porque en sí el ambiente estaba contaminado de mucho ruido, de los motores de los otros autos y de mi música, como era un camión, su nivel de ventana estaba por mucho al menos un metro arriba de la mía. Jamás lo volteé a ver a su copiloto, que fue el lado que quedo junto a mi auto, simplemente lo ignore completamente como si no existiere. Creo que eso le molesto más. Eso le pasa por traer a la superficie mis 10 minutos de pitufa gruñona. Como ni me inmute, yo segúi mi camino, ni subí el vidrio, ni me cambié de carril, ni nada. De todas maneras yo sabía que el carril en el que yo iba era el mejor porque llegando al segundo semáforo, el y los demás carriles se quedarían atascados por todos los que se forman hasta en terceras filas para dar vuelta, bloqueando a todos los que quieren seguir derecho, como yo. Así fue, llegando a ese semafor, no me pudo seguir molestando más porque se quedó atorado y yo seguí libre mi camino.


Para terminar con mis lista, esta mañana de nuevo venía por el camino gris, el otro estaba aunque no era hora pico, simplemente lleno, luego me dijo mi hermana que algo hubo porque una de las salidas que está mucho más adelante, estaba completamente parada, que daba un efecto en cadena encantador que llegaba hasta la salida de mi casa y más. Me dije que sería uno de mis ultimos días que pasaría viendo lo mal que manejan los demás, que si no ponen direccionales, que si se creen los dueños de las calles, que sí no pone intermitentes y se pará de repente, que si hace parada a mitad de calle. Pero lo peor es que tuve otro momento así medio peliagudo, porque venía detras de un micro que venía a paso de tortuga, entonces todos los autos delante mío lo comenzaron a rebasar, yo incluyendo, pero lo hicimos únicamente cuando la avenida que es de doble sentido, uno de ida y otro de venida, en un punto se abre tanto que permite hasta la entrada de cuatro carriles, aunque solo están pintados dos pero demasiado anchos, así que el del micro que venía a paso de tortuga no tuvo ganas de orillarse para dejar pasar a los demás, y la combí que venía de frente en el carril contrario, tampoco, quisieron hacernos la malora, como si nosotros tuvieramos la culpa de sus infelicidad, entonces casi que quedo como acordeón en entre el micro y la combi, sin haber necesidad porque ellos tenían tanto espacio para abrirse pero no le importó.


Con todas estás experiencias, aplicaré entonces lo que leí en el libro de Louise Hay sobre extender a nuestro vehículo los buenos pensamientos, para encontrarme en mi camino buenos conductores.


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